lunes, 23 de marzo de 2009


Cuando escribo, el Dios en el que no creo me susurra al oído que existe, las voces confusas que discuten abiertamente sobre el intercambio estudiantil de mis personalidades internas se callan y dan paso la voz màs exacta, màs sublime, màs inconfundible de esa Yomisma que habita en el centro de mi y no es màs que mi propia esencia. Cuando escribo derribo los fantasmas, aclaro las ideas, beso en la frente o en la pera y abrazo a las ilusiones que pasan. Cuando escribo soy Princesa de cuento, analista, socióloga, comediante, dramaturga, demandante, permisiva, Impulsiva o cursi, y todo eso es parte de lo que soy, cuando miro, cuando toco o cuando digo. Cuando escribo todo se hace posible, puedo decir aquello que mis labios por educación, temor o vergüenza se callan y camino los senderos escondidos de mi mente que me llevan a mil mundos nuevos. Me sorprendo de mì misma muchas veces, como si poder ponerles signos a los pensamientos y transformarlos en significados fuera mi propia manera de practicar alquimia. Cuando logro el contacto, en el preciso instante en el que dos mundos paralelos se captan e identifican y mi voz trasciende el papel para tocar el alma de alguien màs y logra entenderme, incluso entenderse a traves de lo que escribo, entonces no existe en mi universo lugar para la soledad, porque la soledad es justamente no poder comunicarse con nadie especialmente con uno mismo y evidentemente aunque muchas veces me olvido... yo puedo. Aunque vos digas que algo màs habla a traves de mi.....


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