Vení dale, abrazame un rato, dejame apoyar mi cabeza en tu hombro y que por un instante los latidos de nuestros corazones se entremezclen, despuès seguimos si querés marcando distancia, intentando hacer de cuenta que nunca nos cruzamos, asumiendo que no se puede soñar con los ojos abiertos y la realidad nos impide cerrarlos, que al fin de cuentas nos igualan las ilusiones y nos separa el impulso.
Pero ahora venì, quedate un rato conmigo y preparo mates, contame como estàs y pongo compresas en las heridas de tu alma mientras tu mano acaricia mi costado que todavìa sangra.
Sentate al otro lado de la mesa en un cubo blanco, así como planeamos aquel día y vamos a reirnos como cuando hablabamos de necrofilia en caso de muerte de alguno de los dos.
Dejàme acariciar tus dedos y escuchar la magia de tu mùsica que todavìa hace galopar mis màs escondidos sentimientos cada vez que decido volver a oírla.
Despuès si querés seguimos ensayando una mutua indiferencia, disfrazàndonos de olvido, inventando resistencias a querernos tanto.
Pero ahora venì, decime al oído "dale negra" como estímulo a que siga caminando y yo te ayudo iluminando las ventanas de tu ànimo diciendo que vos tambièn podès.
Escribamos juntos un poema, cocinemos recetas de milagros, juguemos a que somos libres, vos de tus obligaciones y yo de mis complejos y nos elegimos en este segundo para mirarnos largamente en absoluto silencio, que se encuentren nuestros ojos y aún con los labios sellados, desbaratando los peros digan un mutuo "te extraño"
martes, 21 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario