lunes, 24 de agosto de 2015

YOMISMA (UN CUENTO VIEJO)


jueves, 25 de septiembre del 2008 a las 19:00
El día que me recordaron la existencia de Yomisma y que me aseguraron que aún estaba allí , corrí a buscarla.

Hacía mucho que se había vendido el ropero antiguo donde Yomisma se había quedado encerrada, pensar que muchas veces había jugado escondidas usando ese mismo ropero.

Sin embargo no tenía formas de saber a dónde había ido a parar, así que decidí utilizar mi mente para rescatar a Yomisma.

Abrí las puertas del ropero con mucho esfuerzo, los años habían hinchado la madera y esto hacía que cerrara en falso, el ruido de las bisagras parecía un gemido, finalmente distinguí de entre la oscuridad a Yomisma, que estaba acurrucada en posición fetal en la esquina del mueble, apenas pude divisar sus grandes ojos brillantes en la oscuridad, seguía siendo tan bonita como la recordaba, estaba pálida, desnuda, con marcas de hematomas visibles, muy despeinada, parecía hambrienta, seguía teniendo el aspecto de sus 7 años, pero con la mirada cansada.

- Hola Yomisma…- dije suavemente. Pero ella con un movimiento brusco tapó ambos oídos con sus pequeñas manos, al tiempo que cerraba los ojos con fuerza, como si el hilo de luz que se colaba tras de mí encegueciera sus ojos –Me sorprendí ante tal reacción y cerré nuevamente la puerta.

Unos días después volví a intentarlo, esta vez abrí la puerta del ropero con más cuidado. Había recordado que Yomisma amaba pintar así que me acerqué y le dejé un bloc de hojas junto con pinceles y óleos. Esta vez la niña me miró con sus grandes ojos y pude advertir un brillo especial. Me arrebató los materiales y los apretó contra su pecho. Podía escuchar los latidos acelerados de su corazón… - Mañana vendré a verte le dije, traeré lápices de cromo y chupetines de cereza, siempre te gustaron- Sin embargo ella parecía no escucharme, seguía con la mirada perdida acurrucada en ese rincón negro.
Volví como había prometido, el dolor al ver a Yomisma en esas condiciones me partía el pecho, aún podía escuchar su risa pícara en mis recuerdos, sus movimientos divertidos y mejillas rosadas que ahora se habían borrado.

Para mi sorpresa la puerta del ropero estaba entreabierta Yomisma tenía nuevamente color en sus mejillas y tarareaba una canción, mientras pintaba apoyando el bloc de hojas en sus rodillas en el rincón de siempre. Cuando me vió su mirada se ensombreció y un nudo atravezó mi garganta. Yomisma escondió rápidamente sus dibujos y comenzó a temblar.

-Tranquila bonita -le dije- estoy contigo no temas. Intenté acercarme pero la palidez de su rostro y su respiración entrecortada me hicieron pensar que esa pequeña moriría de miedo si me atrevía a moverme. Así que con lágrimas en los ojos dije- Bien Yomisma, no volveré a molestarte, no quiero hacerte daño y me dispuse a cerrar la puerta.

Al dar la vuelta escuché su llanto y una frase colgada de un grito que no pude entender. Abrí nuevamente la puerta y vi sus lágrimas resbalando en el bloc de hojas y sus rodillas desnudas temblando. Me sentí mareada, como si el suelo se abriera en ese instante bajo mis pies.- que puedo hacer por ti chiquita?- dije con un sentimiento de angustia que me atravesaba el alma. - entre sollozos con hipo, Yomisma dijo- VUELVES A ABANDONARME!!!

-ABANDONO otra vez esa palabra que tanto temía esta vez en labios de mi niñita asustada.- como aquella vez- prosiguió- cuando dijiste que si yo estaba contigo no podrías cuidar a tus hermanos, ni defender a la familia del "OTRO" cuando volviera a casa gritando, cuando me dijiste que tenías que ser grande porque los niños no solucionan problemas.- su llanto era tan intenso que no pude más que tomarla en mis brazos, se resistió con sus piernas aferrándose al piso del mueble, pero por fin logré sacarla y sentarla en mis rodillas, ella gritaba y lloraba y decía- me vas a abandonar de nuevo lo sé, ya no confío en ti, ya ni siquiera recuerdas quien soy!!!.-

- Levanté su carita mojada y prometí que esta vez sería diferente, le pedí disculpas por haberme olvidado de ella, le expliqué que la necesitaba que me había perdido, que no recordaba quien era y entonces Yomisma me rodeó con sus bracitos y yo también lloré.
A partir de ese momento Yomisma me enseñó a reír de nuevo, jugamos juntas, volvimos a pintar, a escuchar música, repasamos nuestros autores favoritos, nos dimos el lujo de mojarnos en la lluvia, de gritar fuerte, de reír a carcajadas, a veces Yomisma se apodera de mí y tengo que ponerle límites cariñosamente, pero la mayor parte del tiempo me recuerda que estoy viva, que no estoy sola y que puedo! haberla encontrado nuevamente es muy parecido a haber vuelto a nacer y no quiero volver a perderla...

Lunamé
Septiembre de 2004

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